miércoles, 16 de diciembre de 2009

Elogio de Berlusconi. Aunque sea sólo uno...

Por Rocheteau
Prefazio: Si un día asesinasen a Berlusconi, no estaría triste. Al menos, no mucho. Concediéndome unas gotas de humanidad, intuyo que algo de pena podría llegar a darme. Pero menos que por cualquier otro ser humano de este profusamente poblado planeta. Lo cual no me hace muy original. O tanto como si te mola Obama, llevas un iPhone y te gusta ver al Barça. Pero FNF exige riesgos. Como elogiar a Berlusconi.

Fatto: Massimino Tartaglia tiene 42 años, vive en Cesano Boscone, en la periferia con acento albano-senegalés del suroeste de Milán y daba todos los días 150 pasos desde su casa al Bar Principe. Allí, una vez por semana, con puntualidad y proceder algo maníacos, echaba el totocalcio (quiniela) y apostaba sus eurillos a los partidos de fútbol.

No se sabe si el chico era interista o si la victoria del Palermo en San Siro le jodió un pleno al quince. Sí que era un profundo antiberlusconiano, pero no un izquierdista irredento, como quiere hacer creer el coro de gremlins que gobierna Italia y saca lustro a las suelas alzadas del Cavaliere. Junto a la caja del bar Principe, al que MAssimino iba cada mañana, reluce una tarjeta enmarcada con el siguiente lema: "Vincere e vinceremo". Manuscrita por el puño y letra de un tal Benito Mussolini.

Massimino, que así llamaba su madre a Massimo (con 42 años), solía comprar baratijas como el Duomo con el que le partió la cara al divo catódico. Se las regalaba alla mamma al volver a casa para hacer las paces. No era un hortera, sino un trastornado. Quizás ambas cosas.

Antefatto: No suele ir después del fatto, pero valga la licencia para volver a los tiempos de Arrigo Sacchi. Ese don nadie con pinta de funcionario de provincias y voz atiplada que aterrizó en 1987 al Milan desde Parma (bueno, más que aterrizar, tiró p'alante 200 kilómetros de autopista siempre con niebla). A alguien que da órdenes en los entrenamientos con megáfono nadie en su sano juicio le habría dado una grande squadra. Es lo que tienen los megalómanos: cuando fallan se arruinan; cuando aciertan, los cabrones se cubren de gloria. Como Berlusconi.

Tras una victoria poco lucida en Pisa en la primera jornada, la Fiorentina de Roberto Baggio lo machacó en San Siro y en Cesena no pasó del empate a cero. Gullit parecía un aborigen en la quinta avenida y Van Basten uno que pasaba por allí. Cuenta Sacchi en La Gazzetta que Berlusconi bajó al vestuario y dijo: "Tengo la máxima confianza en el entrenador. Quien lo obedezca seguirá y quien no lo haga tendrá que irse. Buon lavoro a tutti". Y se fue por donde vino. Aquel día nació uno de los mejores equipos de todos los tiempos. ¿Cuántos presidentes serían capaces hoy de algo similar?

Vamos, que se puede ser un caracartón, un mafioso, un demagogo bananero y hasta tener sus cosas buenas. Igual que se puede escribir un elogio de Berlusconi. Aunque sea sólo uno...

lunes, 14 de diciembre de 2009

La camiseta del capitán de Honduras

Por Óscar Flores L. (Desde Tegucigalpa)
Desde aquella madrugada en que varios soldados lo sacaron de su casa en pijama –los balazos no le dieron tiempo para preocuparse por el qué dirán ni en las apariencias-, todo lo que tiene que ver con Manuel Zelaya es noticia. Y no sólo en Honduras.

Por eso no es de sorprenderse que una camiseta, cuyo valor no pasa de los cincuenta dólares, haya provocado un alboroto nacional que se llevó de encuentro a Amado Guevara, el capitán del equipo hondureño.

El embrollo lo provocó, al parecer sin querer, Flor Guevara, la madre del futbolista, un día después de que Honduras lograra en El Salvador la clasificación a Sudáfrica: “Le dije a mi hijo que le quería regalar una camiseta suya a quien sigue siendo, para mí, el legítimo presidente del país: Manuel Zelaya. Y él me respondió que sí”, recuerda la señora Guevara.

Y sigue contando: “La misma noche que logramos el pase al Mundial le recordé a Amado el asunto de la camiseta y me dijo que con todo gusto”. Flor Guevara fue a una tienda, compró una camiseta original y el capitán le puso su firma y el siguiente mensaje: “Para señor presidente Manuel Zelaya de su amigo Amado Guevara”.

Lo raro es que el capitán hondureño había estado unas horas antes en un homenaje que les hicieron a los seleccionados en casa de gobierno, y en el transcurso de su discurso dijo: “Gracias al presidente Roberto Micheletti por haber compartido con nosotros este momento histórico”. (Micheletti es quien tomó el lugar de Zelaya apenas unas horas después de que éste fuera mandado al exilio).

Micheletti, el demonio
Aunque Amado no tiene inconveniente en decirle “presidente” a uno y a otro, su mamá es clara y tiene varios calificativos para Micheletti: usurpador, golpista, mentiroso. Y también le dice “demonio”.
Al igual que la población, la prensa hondureña quedó dividida en quienes son afines a Zelaya y en aquellos que defienden a Micheletti. Ambos lados hicieron su fiesta con la camiseta. Incluso circuló en algunos medios electrónicos que “Amado Guevara le regaló al presidente Zelaya la camisa con la que jugó el día de la clasificación”.

Y de paso alababan lo que llamaban el compromiso del capitán con la democracia, su oposición firme al golpe de Estado, su amor por el pueblo, su odio por la oligarquía explotadora y otras definiciones que se han convertido en panfletarias debido al uso excesivo.

Pero Amado lo negó todo un día después desde Miami, ciudad en la que hacía escala rumbo a Toronto (juega en la Mayor League Soccer). “La noche que jugamos contra El Salvador usé dos camisetas… Una se la di a Jonny Palacios –compañero de selección-, y la otra a mi esposa”, se defendió. Y remató: “Ni siquiera soy amigo de Mel Zelaya”.

Entonces salieron los periodistas del otro bando y acusaron a Mel Zelaya de mentiroso.
“Ha quedado demostrado una vez más que ese señor no tiene valores morales y que distorsiona la realidad”, ladraron. “Nunca dije que esa camiseta era una de las que usó mi hijo ante El Salvador; jamás oculté que fui a comprarla… Incluso tenía la etiqueta”, dice Flor Guevara.

Pero al final, lo más seguro es que Mel Zelaya les cuente algún día a sus nietos que tiene la camiseta que Amado Guevara usó aquella noche en que Honduras logró la clasificación al Mundial de Sudáfrica. Después de todo, ¿cuándo hemos escuchado a un político decir la verdad?

jueves, 3 de diciembre de 2009

Negro, esclavo y portero del PSG













Edel, con la selección de Armenia. No cuadra, ¿verdad?

Por Rocheteau
La abuela de Apoula Edel no recogía algodón, como la de Michelle Obama. Es lo que le pasa a los negros de África. Molan menos que los americanos porque nadie les ha hecho películas. La diferencia es que Michelle Obama usa deportivas de 200 dólares para darle sopa a los pobres y los negros como Apoula Edel siguen recogiendo los algodones del siglo XXI. En su caso, dentro de una portería.

Apoula Edel es camerunés, se peina con trenzas a lo Allen Iverson y parece el primo cachas de un portero de discoteca en Yaoundé. Los críos del barrio crecieron soñando con convertirse a Samu Etoo, pero a Apoula le tiraban más Tommy N'Kono y, sobre todo, Pierre Ebedé (hoy portero del AEL Limasol chipriota).

El chico presentaba maneras. Y por allí apareció un hombre blanco, agente de jugadores [o mayorista de algodón, según se mire], que lo cogió por la pechera, junto a otra promesa, Carl Lombé, y les prometió un viaje a Armenia para probar con un club puntero. Les habló de la belleza de Armenia, un país igual de bonito y desarrollado que Francia.

¿De Camerún a Armenia? No sonaba muy sexy, la verdad. Pero sus padres no trabajaban. Estaba harto de los cursillos de pastelería con los que compatibilizaba el fútbol. Y Apoula se dijo que si le quitaban los grilletes de la pobreza, ya se encargaría él de progresar poco a poco.

Con 15 años aterrizaron Apoula y Carl en este trastero ex soviético de cemento y noches a las cuatro de la tarde. Les requisaron el pasaporte. Se enteraron de que el mayorista de algodón les había vendido sin su consentimiento. Y cuatro días después les dieron sus nuevos pasaportes como egregios ciudadanos armenios. Que el presidente de su nuevo club, el Pyunik Erevan, lo fuese también de la Federación de Fútbol armenia ayudó a agilizar los trámites de la nacionalización forzosa y unilateral.

Sí, en el fútbol sigue existiendo la trata de negros.

Ya puestos, Apoula y Carl no tuvieron más remedio que ponerse a jugar al fútbol. Y no lo hacían mal. Así que, como no había mucho donde elegir, Armenia les convocó para la selección sub 19. El camerunés (perdón, armenio forzoso) fue el mejor portero del europeo de 2005 y, tras 60 partidos con la sub-19, le llamó la absoluta.

Armenia no es Francia

Apoula había descubierto que Armenia no es Francia. Pero no sabía que los grilletes también pueden ser invisibles. Intentó irse del país, pero necesitaba el tránsfer del presidente de la federación armenia. "Nanai" fue lo que oyó, se diga como se diga en armenio.

Jugó con la absoluta (y hasta arrancó un empate contra Rumanía en 2004). En 2005 hizo varios ensayos con clubs franceses, pero sus propietarios pidieron ¡un millón de euros! por el esclavo. Sólo en 2006, gracias a un ex entrenador suyo en el Pyunik Erevan, que ahora lo era del Rapid de Bucarest, consiguió salir de la cárcel armenia (mintiendo: aseguró que tenía un ensayo con el Benfica) tras cuatro años y cuatro títulos de campeón.

Allí le cedieron a un equipo belga, La Gantoise, volvió a Bucarest (el chico ya estaba hecho a la abulia cromática del este de Europa) y firmó una buena temporada con el Rapid. En la UEFA se enfrentó al Paris Saint-Germain, que apuntó su nombre en la libreta. Al terminar el año, en 2007, se incorporó al equipo de la capital gala por 100.000 euros.

Apoula escribió a la UEFA explicando que sí, que oficialmente él había jugado con Armenia, que en sus papeles ponía que era armenio y lo era de hecho, pero que todo fue un montaje y que quería competir por Camerún, donde Paul Le Guen le haría un hueco como segundo de Carlos Kameni. Pero la apostasía está tan jodida en la UEFA como en el Vaticano y el pobre Apoula sigue esperando.

El pasado domingo, Apoula salió al campo después de que Grégory Coupet se partiese el tobillo él solito. Ayer fue titular en la victoria 2-5 del PSG en Boulogne, la patria chica de Ribéry. Y el fin de semana será titular en el campo del Girondins de Gourcuff. A FNF le pega muy poco el rollo lacrimógeno, pero yo este domingo, por primera vez en mi vida, voy a desear que gane el PSG.

martes, 17 de noviembre de 2009

El entrenador preferido de los dictadores

A la derecha, Bernd Stange. Sí, el que se parece a Slobodan Milosevic.

Por Rocheteau
Imagino el careto de los jefazos de la Stasi, descojonados, cuando leían en las secciones de deportes de los diarios de Alemania occidental eso de que "lo que se dice en un vestuario es secreto". En la RDA, hasta las conversaciones de los futbolistas en el retrete eran de interés para el partido. Todo gracias a tipos como Bernd Stange.

Imagino a Udai Hussein, el hijo de Sadam, el iluminado que mezclaba el bilardismo con los métodos de los Jemeres Rojos, el que torturaba a muerte a los desgraciados que fallaban los penaltis, eligiendo a su nuevo entrenador. Cuando le presentaron la ficha de un tipo caído en el olvido porque se había descubierto que fue inofizieller mitarbeiter, es decir, informador no oficial de la Stasi, cuando entrenaba a la selección nacional de la RDA, no lo dudó. Había que fichar a ese Bernd Stange.

Imagino el orgullo que debió de sentir Aleksander Lukashenko, el último dictador de Europa, timonel de una Bielorrusia aislada pero orgullosa de sus koljozes y sus sovjozes, que echa lagrimitas si ve estampitas de la URSS, cuando le presentaron el currículum de su nuevo seleccionador. Un tal Bernd Stange.

A Bernd Stange, 61 años, sajón, le gustan los regímenes políticos como las servilletas: bien planchados. Además de un entrenador apañado es un soldado cumplidor: acata órdenes, no hace preguntas y cuando la prensa extranjera le pregunta por la situación en Bielorrusia, un país donde Lukashenko lleva en el poder desde 1994 y en 2006 ganó con más del 80% de los votos, es capaz de responder esto: "Vivo en Minsk. No lo creerá, pero es una de las ciudades más limpias que he visto en mi vida. Y he visto muchas. Tienen un buen estilo de vida y me gusta estar aquí. Me gusta mi trabajo".

Bernd Stange es el entrenador de los dictadores. Nunca nadie dedicado al balón ha reunido una hoja de servicios tan meritoria casi siempre al servicio de algún sátrapa (también le van los que tienen poco carisma: en 2001 dirigó al sultanato de Omán).

Primer despido por traidor

Empezó como un obrero del fútbol en las categorías menores del fútbol de la Alemania del Este. Al chico eso del partido único le tiraba. Así que en el fútbol hizo camino en su versión futbolera: la federación. Tras foguearse en el Carl Zeiss Jena, entrena a varias selecciones juveniles para luego tomar las riendas de la RDA.

En los archivos de la Stasi, Stange aparecía con el nombre en clave de Kurt Wegner. Al poco de caer el muro, entra en el banquillo del Hertha, el gran equipo de Berlín oeste. Entonces se abre el túnel negro y kilométrico de los cajones del espionaje alemán y se descubre su carné de soplón del régimen. Lo echaron por traidor.

Tras dar varios tumbos por equipos del Este de Europa y de la extinta RDA, donde importaba menos su pasado, encuentra madriguera en Australia. ¿Demasiadas libertades para Bernd? El caso es que en 2002 acepta el encargo de Irak.

Entrenar al país en época de Sadam, en plena guerra e incluso durante la ocupación internacional posterior tiene su miga. Sobre todo porque consiguió colocar a una selección sin estadio ni techo en el puesto 45 de la FIFA, por encima de Gales y Escocia.

Contaba Stange con humor alemán que, bajo el régimen de terror de Udai, no había nadie que quisiera tirar los penaltis comprometidos por el temor de que le hicieran la picana al llegar al vestuario. Y luego hablan de miedo escénico. Muerto el dictador, al primer penalti decisivo, se presentaron siete jugadores iraquíes en el área peleándose por colocar el balón en el punto de cal. Qué mejor metáfora de la democracia.

Disparos al chófer

En Alemania se montó un escándalo como sólo el Bild es capaz de fabricar cuando apareció su foto, sonriente, ante un retrato del rais. Asegura que el fotógrafo le pedía que se moviera hacia su derecha sin dejar de sonreír. Mirar a su espalda le habría salvado. También a los jugadores de la RDA que hablaban libremente cuando él se encontraba en el vestuario.

Eso sí, de criticar a los dictadores, nada de nada. "He trabajado para regímenes comunistas, capitalistas, para un sultanato y un dictador [la lista se incrementaría después. Entonces no había entrenado a Bielorrusia], pero mi trabajo es siempre el mismo. Meter la pelota en la red".

Y, sin embargo, por segunda vez en su vida le echaron por traidor. En 2004, aunque el país apenas gozaba de infraestructuras para jugar al fútbol, tuvo que dejarlo por miedo a perder la vida. Ya habían disparado a su chófer nada más bajarse él del automóvil. Pero todo empeoró cuando aparecieron unas fotos suyas con Jack Straw, ministro de Exteriores británico, en un acto para promocionar el fútbol en el país petrolero. Siguió dirigiendo desde el exilio y consiguió alcanzar las semifinales en Atenas.

Tras un exitoso paso por Chipre, en 2007 aceptó trabajar en la limpísima Minsk. Con una banda y Aleksander Hleb, ha ganado a Holanda y logrado empates con Argentina y Alemania, aunque no se ha clasificado para el Mundial. Seguramente su corazoncito en el campeonato estará con Corea del Norte, su más que probable próximo destino. Sólo falta que alguien le pase a Kim Jong Il el currículum de un tal Bernd Stange. Dicen que en Pyongiang no se ve un chicle por el suelo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

"Julieta es una zorra" y otras banderolas

Por Rocheteau
Italia ya no es lo que era. Pase un primer ministro con sobredosis de viagra y colorete que ve jueces comunistas por todas partes; pase que se confirme lo que todos sabían: que hubo beso Andreotti-Riina, o sea, morreo Estado-Mafia tras los asesinatos de Falcone y Borsellino; pase que los estadios italianos sigan vacíos; pase que el nivel de los partidos en Italia se parezca cada vez más al de la Ligue 1 francesa; pase todo, pero no que hasta los striscioni sean una soberana mierda.

"Striscioni": dícese de aquellas pancartas o banderolas con objeto de escarnio del equipo contrario, de la tifosería de enfrente o incluso del equipo propio en tiempos difíciles. El último arte verdaderamente italiano.

Los hay antológicos. El mejor, Giulietta'na zoccola e Romeo un gran cornuto (Julieta es una zorra y Romeo un gran cornudo). Exhibido por los insuperables aficionados del Nápoles, en un partido contra el Verona, tierra un poco facha y, sobre todo, cuna de los Monteschi y los Capuletti de Romeo y Julieta.

Tal es la afición transalpina por la creatividad futbolística del saludable "sfottò" (reírse del prójimo), que hasta instituyeron un premio, el "Sandro Ciotti", con su jurado y todo, creado por el periodista Giancarlo Dotto para condecorar al "striscione" más ocurrente del año.

FNF protesta desde aquí oficialmente por la siesa elección del sanedrín de sabios. Una sabanilla cutre, con las letras en fluorescente rosa (suficiente ya para quedar descalificada por incapacidad estética, que lo de los striscioni tienen su arte), de una aficionada del Torino (recordemos que el ascensor granata volvió a bajar el año pasado hasta Segunda División). El eslogan: "Meno male che sono ubriaca" ("Menos mal que estoy borracha"). El único mérito, la constancia, porque la chiquilla, Eleonora Ingrassia, 22 primaveras, lo paseó en todos los partidos a domicilio del Toro durante el año.

Papi, compra a Adebayor

Mucho mejor era la medalla de plata, destinada a ese muñeco de cera que controla medio país: "Papi, cómprame a Adebayor. Firmado: Noemi". Aunque FNF habría entregado la medalla de oro a una que no mereció ni la pedrea, destinada a Cassano, tras la publicación de su tórrida autobiografía: "700 mujeres para Cassano y el cerebro todavía virgen".

Sólo curiosa la de "Fuorinho", tras la eliminación del Inter de la Champions. Y las demás no merecen ni mención (hasta hubo una inspirada en "Lo que el vieno se llevó").

El nivel medio es un verdadero insulto a los clásicos. Por ejemplo, "Moggi, chi hai chiamato oggi" ("Moggi, ¿a quién has llamado hoy?", que pierde algo traducido y sin rima); el desplegado por los aficionados del Torino en un derby contra la Juventus, siempre parte del imperio Fiat: "Siete più brutti della Multipla" (Sois más feos que la Multipla); "El hombre desciende de Gattuso", que no requiere comentario alguno; el milanista "Galliani, lleva a Ronaldo al Dr. House" o el intraducible "Lapo, tira una riga al passato" (lo siento, pero tengo que ponerlo, que lo disfruten los italianófonos, sería algo así como "Lapo, tacha el pasado con una rayita"), exhibido en San Siro contra la Juve, después de que se descubriese que pasatiempo preferido del noto miembro de la familia propietaria de la Juve, Lapo Elkann, eran las noches de coca y transexuales.

El asunto de los striscioni, serísimo en Italia, mereció hasta la publicación de dos libros con los mejores de la Historia, recogidos por Cristiano Militello, con el lógico título de "Giulietta na' zoccola". Por cierto, este famoso striscione fue expuesto en el estadio del Verona, tras varios años de orgullo herido. En 1985, los del Norte habían aparecido en el San Paolo con una banderola bien cafre que rezaba: Vesuvio, haznos soñar. Qué tiempos aquellos...

lunes, 5 de octubre de 2009

¿Por qué en Glasgow los currelas no miran por la ventana?

Por Rocheteau
Jérôme Rothen es un jugador que responde al clásico cocktail de buen pie-poco cerebro-menos carácter-mechas en el pelo. Más o menos un Guti francés pero en clubes de medio pelo. El chico, rebotado del PSG (que ya es mucho decir), ha encontrado un sueldo por su nombre en la pseudo-liga escocesa con la camiseta del Rangers.
Resulta que según llega lo instalan en un súper apartamento de Glasgow, en el barrio de Parkhead, con unas vistas acojonantes. Llegan los primeros operarios y el electricista le pide que corra la cortina. El chico va justo de inglés. El electricista sonríe. Y Rothen se queda pensando en qué raros son los escoceses.

Hasta que viene el que le tiene que instalar la tv francesa y también le pide que corra la cortina. Rothen le preguntó al traductor del club por qué todos los operarios le tienen alergia al sol en Glasgow. Y resulta que desde su ventana, más o menos un décimo piso, se ve el Celtic Park, estadio de los odiados vecinos. Y el Rangers no contrata a currelas verdiblancos.

Eso lo contó en Francia este domingo Jérôme Rothen, con los ojos como platos, justo antes de jugar su primer Old Firm, aunque empezó desde el banquillo. Cada año hay cuatro, pero el aroma guerracivilista no desaparece por muchos que se jueguen. La anécdota de Rothen es por si quedaban dudas.

Quema de camisetas

El Rangers ganó 2-1 con un doblete de Kenny Miller. Un delantero escocés más bien malo para ser delantero y más bien bueno para ser escocés (aunque basta ver al central del Celtic en el segundo gol para entender por qué Cuéllar fue el mejor jugador de la liga hace dos años).

Han contado algunas crónicas que él, Mo Johnston y Alfie Conn han sido los tres únicos jugadores en haberse puesto la camiseta de los grandes de Escocia tras la II Guerra Mundial. Lo que no se dice es que Miller es el segundo temerario en la historia capaz de cruzar la laguna Estigia de Glasgow dos veces: empezó en el Rangers, tras pasar por UK (Wolverhampton) fichó por el Celtic y, después de un nuevo paso por un desastroso Derby County, volvió a ponerse la camiseta protestante.

Con lo cual hasta ayer lo odiaba todo Glasgow por traidor. Hasta ayer.

Nadie ha organizado una quema pública de camisetas con su nombre, como sí se hizo el rubio con Mo Johnston, mucho más simbólico y mucho mejor jugador que Miller, del que apuesto un billete al que nadie volverá a hablar. Y eso que es un tipo peculiar.

Tan peculiar como para probar una terapia de acupuntura tailandesa (recordemos, es escocés) para curarse sus problemas de cuádriceps. Días antes del partido, Miller le quitó hierro al Old Firm: "Nunca he tenido problemas con los hinchas de ambos bandos. Sé que algunos dirán que no se puede cambiar entre Celtic y Rangers, pero, al final, los tiempos han cambiado".

Sobre todo desde que Willie 'Doc' Kivlichan, a principios de siglo, hizo el mismo camino que Miller. Él fue su único predecesor. Era un católico que empezó en los Rangers y marcó en un Old Firm. Luego, ya con los Bhoys verdiblancos, volvió a marcar. Licenciado en Medicina, se convirtió en el galeno del Celtic y fue él quien certificó la muerte en el campo del portero John Thomson (ver vídeo)

Eran otros tiempos, sí. Pero Rothen sigue teniendo que correr la cortina cada vez que viene un currela del Rangers a casa.

miércoles, 15 de julio de 2009

Coppi vs Bartali: el duelo de las dos italias

Por Rocheteau
Italia es un país en el que Aristóteles nunca estará de moda. Ninguna de sus épocas supo lo que era el término medio. O se era de Moser o de Saroni. De Gilera o de Guzzi. Juve o anti Juve. Gassman o Mastroianni. Loren o Lollobrigida. Café con o senza zucchero. De André o Guccini. Berlusconi o democracia.

Pero hay una trinchera que tala el espíritu italiano en dos mitades por encima de todas las demás. Es una simple imagen. En ella no salen Berlusconis, ni Nancys de la Ruleta de la fortuna, ni enanos con guitarra, ni egregios penes checos y ni siquiera la hizo un paparazzo. Pero ya van 57 años de guerra civil ciclista.

Tour del 52. Dos cuerpos sufrientes y empapados arrastran una mochila de sol en plena subida del Galibier, una pirámide con señales de tráfico. Fausto Coppi, rostro enjuto y ratonil, la ambición en el iris, camiseta blancoceleste de la Bianchi, delante. Los hombros anchos con raya al lado de Gino Bartali, enfundado en el maillot verde de la Legnano, detrás. Ambos agarran el manillar con la mano izquierda. Sus brazos derechos trazan una diagonal, unidos por una botella de agua. Bartali la sostiene por la base. Coppi por el tapón. ¿Quién era el gentiluomo que le pasaba la botella a quién? ¿Quién era el elegante y magnánimo campeón que no dudó en ayudar al otro? Eso se pregunta Italia desde hace 57 años.

Carlo Martini hizo aquella fotografía para la Gazzetta dello Sport. En italia se sigue hablando del bidón de Coppi y Bartali, pero en realidad era una botella de agua. Perrier, probablemente. Lo más curioso es que el fotógrafo se puso de acuerdo con ellos para retratar el momento. Pensó en una imagen poco al uso (ganó el premio a la fotografía deportiva del año). Y le salió un dilema.

En espera, música de baile

Ambos eran una radiografía de las dos Italias. Bartali, católico, rural, bonachón y popular, capaz de hartarse de vino y spaghetti la víspera de una dura ascensión. Coppi, laico, introvertido, puntilloso, siempre a dieta. En esa Italia de Don Camilo y Pepone, alguien puso a Bartali la etiqueta de la Democracia Cristiana, partido hegemónico en el poder y quintaesencia de la Italia media. Por eliminación, a Coppi le cayó el estandarte de la hoz y el martillo del Partido Comunista de Togliatti. No eran ni lo uno ni lo otro, pero en Italia eso da igual.

Bartali ya era un ídolo cuando su equipo eligió a un jovenzuelo llamado Coppi como gregario en el Giro de 1940. Bartali se cayó en las primeras etapas. Perdió demasiado tiempo y Coppi, en una épica Firenze-Modena, bajo un torrencial aguacero, escribió, en letra rosa, claro, la primera frase de uno de los palmarés más exitosos de la historia.

Y en aquel Giro nació todo. Con la maglia rosa, Coppi y Bartali ascendían una montaña ten con ten. El imberbe líder, asaetado por los calambres, hizo ademán de bajarse y retirarse. Bartali, en vez de adelantarle, se bajó, le metió la cara en la nieve, lo vuelve a subir en la bici y le suelta: "Coppi, eres sólo un acquaiolo [intraducible expresión, que vendría a ser algo así como cobarde o gallina]".

La supremacía de Coppi, confirmada en años posteriores, dejó la frase más elocuente de la historia de la radio deportiva. Milano-San Remo. 1946. El de Castellania se escapa y llega con 14 minutos de adelanto sobre el pelotón. El cronista de la RAI, sin recursos, sienta cátedra: "Primer clasificado: ¡Fausto Coppi! En espera del segundo, les ponemos música de baile".

Coppi era igual de bueno en montaña que esprintando. Bartali era como un pedernal maleable. Un menhir grácil. Sin fisuras. Aquél era un ciclismo de fuerza. Ni pinganillos ni hostias. Mente y gemelos, como piñón y plato, tirando del alma, que hasta ella pesa en una rampa del 15%. Cada uno ganó dos tours de Francia. Pero Coppi supera en Giros (5) a Bartali (3). Fue mejor, pero de eso ya nadie habla en Italia. De la imagen del Galibier, sí. No se trata de trofeos, sino de "classe".

Lenin contra el Papa.

Dos bandos irreconciliables se medían en cada carrera. Como si sobre la bici esprintasen De Gasperi y Togliatti. Lenin y el Papa. Dos italias falsas, pero contentas de tener cada una un símbolo al que encomendarse en los mediodías del verano. Pero Italia nunca puede fiarse de sí misma.

Con el mentón de Mussolini ya en el poder, resulta que el 'comunista' Coppi aceptó enrolarse en la División Ravenna para combatir por el fascismo en la campaña africana, donde fue hecho prisionero por los ingleses. El 'catolicón' Bartali, que trabajó reparando ruedas entre el 43 y junio del 44, transportaba en su bicicleta papeles y fotos para que un taller de la resistencia en Asís elaborase documentos falsos para salvar a judíos de las leyes raciales y los campos de concentración. La policía fascista lo persiguió durante cinco meses. Pero, igual que en carrera, nadie cazaba a Bartali.

¿Y quién le pasó a quién la botella? Ambos reclamaron durante años haberle cedido al otro el recipiente. Fijarse detenidamente en la foto ofrece una pista. Bartali tenía su bici llena de bidones. No le cabía ni uno más. Los portabidones de Coppi están vacíos. El masajista de Bartali siempre aseguró que fue su pupilo el 'gentiluomo'. Luigi Malabrocca, amigo de Coppi, aseguró que el campeón llegó a reconocerle que Bartali se la dio. Así probablemente fue. Pero 57 años después, en Italia sigue la polémica.

lunes, 29 de junio de 2009

Los comunistas siempre pierden

Por Rocheteau
¿Se imaginan a un buen comunista calándose los pantalones ajustados de un pitcher de beisbol? ¿O bailando como un poseído Michael Jackson pero con casco y hombreras tras lograr un touchdown? La Komintern tampoco.

Por eso, en 1927, la Internacional Comunista, presidida por Nikolai Bujarin, exigió a los camaradas del partido en Estados Unidos que creasen una federación deportiva "progresista" para hacer frente a la trinidad yankee: basket, béisbol y fútbol americano. Nace entonces la Labor Sports Union "en oposición a los deportes dominantes en Estados Unidos". Y eso que el fútbol había llegado a Rusia durante la época zarista.

Los comunistas no se lo tomaron a broma. La Labor Sports Union fue formada por socialistas, comunistas y wobblies (sindicalistas revolucionarios de una rama ideológica made in USA). En 1928, los comunistas ya habían expulsado a los wobblies y purgado a los socialistas.

En la mayoría de ciudades nacen, gracias a los inmigrantes, clubs de fútbol por nacionalidades. La hoy obamiana Chicago fue uno de los bastiones socceristas (y, además, la cuna del comunismo de barras y estrellas). La International Soccer Football League intentaba despuntar gracias sobre todo a italianos, judíos de europa central, alemanes, finlandeses e irlandeses.

Soviet Flyers

En 1929, los obreros del balón se vistieron con sus mejores galas. Les visitaban los Soviet Flyers, que no eran un grupo circense, sino una selección de jugadores soviéticos de soccer. Sus colegas de utopía les agasajaron con un desfile de deportistas al paso y sin majorettes y la formación de una hoz y un martillo humanos. No sé cómo quedaron. Pero habría ido con los neoyorquinos.

Convencidos de que la redención comunista pasaba por darle patadas a un balón que no fuese ovalado, la Labor Sports Union decide lanzar un torneo de fútbol dentro de las Olimpiadas Obreras de Chicago de 1932 (el año en que el fútbol sale de las Olimpiadas verdaderas en Los Ángeles). Los Chicago Englewood y los New York Red Sparks FC juegan la final. Hubiera dado medio sueldo por verlo. Ganaron los neoyorquinos 2-0. Se lo merecían, aunque sólo sea por el nombre (chispas rojas).

El tercer periodo de la Komintern privilegió la creación de organizaciones intermedias, como la Labor Sports Union, para llegar a los americanos "que todavía no están preparados para entrar en el partido comunista" (The new American sport History. William J. Baker) .

Para lo que no estaban preparados los americanos, en plena era Babe Ruth, era sobre todo para el fútbol (y eso que en 1930 venían de acabar terceros en el Mundial de uruguay). El tiqui-taca no enganchó con el raca-raca ideológico y los americanos nunca dejaron de ver el soccer como un deporte de extranjeros, raros y comunistas (ahora ya entenderéis lo de Alexei Lalas).

El soccer se prometía un destino en la vanguardia deportiva de una américa comunista y ha terminado convertido en el deporte de cola del imperialismo, donde lo practican las niñas y los críos blancos que son como niñas: ni altos (jugarían al baloncesto), ni fuertes (jugarían al fútbol americano), ni saben mascar tabaco (jugarían al beisbol).

Brasil contra Estados Unidos. "Ordem e progresso" frente a una banda de herederos del comunismo. La victoria estaba cantada.

miércoles, 27 de mayo de 2009

La política ha visto la luz... del fútbol


Por Rocheteau
Me río yo de la gripe porcina. Los futbolismos electorales se extienden a la velocidad de Bernard Mendy, ex PSG, cuando dejó plantado a Roberto carlos en un sprint. Ayer sacamos el spot electoral futbolero de UPyD. Bien, pues hoy le toca al de Iniciativa Internacionalista, la candidatura leprosa. Pero como uno está en contra de la Ley de Partidos (aunque sólo seamos tres: Anson, Herrero de Miñón y yo... por cierto, igual tengo que empezar a preocuparme) y el Constitucional ha decidido que las pruebas tienen algo que ver con la democracia, aquí va el vídeo electoral de la mano (proabertzale) de Dios.

martes, 26 de mayo de 2009

A UPyD le da por el fútbol

Por Rocheteau
Lo acaba de publicar Santiago González en exclusiva en elmundo.es. Y no podíamos dejar de volcarlo en un blog de fúbol y política. Pero hoy le damos la vuelta al esquema "yo escribo-todos opinamos". Mejor "opinamos todos-luego escribo". Pero que vaya por delante que para ser una publicidad electoral me parece original. Osada. Y futbolera. Que no es poco.

miércoles, 20 de mayo de 2009

A la cámara de gas por un pijama del Ajax

Por Rocheteau
Un periodista checo escribió una vez que Amsterdam era "la ciudad de los judíos y las bicicletas". Tras la II Guerra Mundial, sólo quedaron las bicicletas. La mayoría de los más de 100.000 judíos que vivían en el gueto del este de Amsterdam fueron exterminados por el partido nazi holandés, el segundo más importante de Europa tras el alemán. El gueto fue arrasado. No quedó nada de ellos, excepto su amor por el club del barrio: el Ajax.

Durante estos 70 años, Holanda ha construido una sociedad que parece una campaña publicitaria de Benetton. Una persona encarna ese melting-pot centroeuropeo, buenrrollista y que va en bici: Ahmed Aboutaleb. El nuevo alcalde de Rotterdam conserva todavía su pasaporte marroquí, es hijo de un imam, nació en las montañas del Rif, en una casa sin agua ni electricidad, y no pisó suelo europeo hasta los 15 años. Y le vuelve loco el fútbol.

Rotterdam tiene más de medio millón de habitantes. La mitad es de origen extranjero. Y esta ciudad portuaria se ha convertido en la más importante de Europa con un alcalde musulmán.

Pero el modelo multicultural-mundos de Yupi de Holanda se ha quedado anticuado. Como las fotos de Oliverio Toscani. Por eso Rotterdam fue la cuna del movimiento xenófobo de Pim Fortuyn. Y por eso el otro día los ultras del Feyenoord llamaron "sucio judío" a su alcalde y propusieron enviarle a una cámara de gas.

El galimatías lo explica Ronald Sorenson, portavoz del Leftbaar Rotterdam, el partido populista herencia de Fortuyn (y principal oposición municipal): "Aboutaleb no sólo es de Amsterdam, también es un trepa y, encima, seguidor del Ajax".

Espitas de ziklón-B

Resulta que Ahmed Aboutaleb, del Partido Laborista (PvdA), estan fanático del Ajax que, cuando vivía en Amsterdam y ni soñaba con que se convertiría en alcalde de Rotterdam, confesó que dormía con un pijama blanco y rojo (colores del equipo de Johan Cruyff). Y en Rotterdam se puede ser cualquier cosa, excepto del Ajax.

Desde principios de los 80, tras un partido contra el Tottenham (club de los judíos del norte de Londres) los seguidores del Ajax, principalmente sus ultras, conocidos como F-siders, recuperaron el origen hebreo del club y convirtieron la estrella de David en emblema futbolístico.

El cariño que se profesan las curvas ultras del Ajax y el Feyenoord roza lo patológico. El grito con el que los seguidores del Feyenoord, de ultraderecha, si es que hay que precisarlo, reciben al Ajax es: "Hamas, Hamas, Joden aan het gas" ("Hamas, Hamas, los judíos a la cámara de gas"). Cuando se cansan de articular palabras, se limitan a un siseo prolongado (psssss) equivalente al de las espitas que dejaban pasar el zyklón B en los crematorios nazis.

O sea: o no todos los holandeses van en bicicleta, o, en contra de lo imaginable, también se puede ser paranoico prefiriendo la bici al coche.

Ejército de Mahoma

La Federación Holandesa, en 2005, llegó a hacer un elenco de sonidos y vocablos que no podían proferirse en un campo de fútbol: entre ellos "Hamás", los sonidos de la jungla o el balido de las ovejas. Los incidentes se han agravado y los alcaldes de Amsterdam y Rotterdam, junto a los dirigentes de ambos clubes, decidieron hace un mes prohibir los desplazamientos de aficionados rivales a los partidos entre ambos equipos.

Los ultras del Feyenoord decidieron organizar una manifestación de protesta, donde corearon lindezas del próximo oriente como "Judíos, atención, el ejército de Mahoma vendrá a aniquilaros". Sólo dejaron a un musulmán fuera de sus simpatías, Ahmed Aboutaleb. Para el, el alcalde, marroquí, de piel oscura, nacido en el Rif, ése es un "cerdo judío" que merece "la cámara de gas". La Policía identificó a uno de ellos, de 21 años.

Aboutaleb apagó el incendio con inteligencia, negándose a denunciar al angelito. "Si lo peor es que puede pasar es que me insulten, tampoco es para tanto", declaró. No, lo peor es que ahora, como alcalde, le toca ir a la tribuna del Feyenoord ornado con una bufanda de su equipo más odiado.

jueves, 30 de abril de 2009

Clásico en la 'zona cero' de Gaza










Por Sebastián Dulbeca
Dispuestos en slideshow, semejantes pantallazos de espanto pasarían por uno de esos minitelediarios de Euronews donde el mundo se estruja en sonido ambiente. Con una puntualización: aquí los comentarios de las imágenes se pueden omitir. Porque sobran.

Bombas inteligentes (no precisamente las de Roberto Carlos) donde normalmente rueda el balón. Gradas reducidas a la caricatura de un mal sándwich. Metralla en manos con edad de hacer puzzles. Clics que hasta ahora no se habían escuchado fuera de Oriente Próximo. Las fotos datan de hace cuatro meses y fueron hechas en Palestina, donde el fútbol, más que una excusa para ser feliz (Valdano), es una excusa para reconocerse, para integrarse en otro orden internacional con reglas mejor definidas y respetadas. Para ser. Sin más.

Contra tal sentimiento identitario (y también en respuesta a las acciones de Hamas y sus Qassam) pareció estar dirigida la incursión que transfiguró el Estadio Nacional de Rafah en una zona cero con menos cascajos pero similar carga simbólica.
Las instalaciones daban techo a la Federación Palestina de Fútbol. Habían sido puestas en pie con financiación de la propia FIFA. Poco le importó al Ejército de Israel. Quedaron despanzurradas como un casamata cualquiera. Otra vez el deporte en primera línea de frente. De nuevo el partido del siglo, Israel-Palestina, en todas las televisiones del planeta.

Se estimó entonces en dos millones de euros el monto de los destrozos. Mucho más difícil de cuantificar fueron las pérdidas humanas: 1.200 muertos e innumerables heridos y tullidos entre el millón y medio de personas que (mal)vive en la Franja de Gaza.

Tres de aquellas víctimas no eran del todo anónimas. Jugaban para la Selección. Wajeh Moshtahe (club Ittihad Alshojaeya) se dirigía a casa durante una jornada de ofensiva. Nunca llegó. Shadi Sbakhe (Al-Ryadi de Falasteen) y Ayman Alkurd (Khadamat Al-Niserat) se encontraban en el interior de sus domicilios para esquivar el peligro. Allí mismo fallecieron.

En alguna convocatoria del equipo árabe coincidió con ellos el chileno de nacimiento Roberto Bishara Adauy. Acumula ya ocho años y 40 encuentros representando al pueblo de sus antepasados. Estará el próximo 6 de mayo en Bruselas, en el primer partido del combinado en suelo europeo.

FNF publica este álbum en exclusiva gracias a él. Atención a su historia.


lunes, 27 de abril de 2009

La lista de Hiddink

Gert Hiddink, el segundo por la derecha en la fila de abajo (1949)

Por Rocheteau
Le llamaban el Stanley Matthews de Varsseveld, un pueblecito holandés de 6.000 habitantes a 10 kilómetros de la frontera con Alemania. Gerhardus Hiddink la pegaba de maravilla y le gustaba mandar en el campo. Pero en 1940 los nazis cruzaron la frontera. Entonces comenzó un partido diferente. Al contraataque.

Dos años más tarde, Gerhardus (Gert) Hiddink era el encargado de repartir los cupones de racionamiento. Alegaba falsos robos o modificaba los censos, exagerándolos, para conseguir más comida, que luego llevaba a las familias judías cobijadas en granjas de los alrededores. A tres de ellos incluso los ocultó en su propia casa durante buena parte de la guerra.

Cuando Guus Hiddink (el tercer hijo de los seis de Gert) era un recién nacido, el general Eisenhower colgó en el pecho de su padre una medalla. No por lo hasta ahora relatado, sino por haber salvado a dos pilotos, un americano y un británico, de los casacas grises de la Wehrmacht. Sus aviones fueron derribados y ellos lograron saltar en paracaídas. Cuando los nazis y sus perros llegaron al paraje, un holandés espigado y de carrillos sonrosados se les había adelantado en su bicicleta.

¿Era un comunista concienciado del peligro fascista?, ¿un resistente que actuaba para devolverle la independencia a su patria? No. Era un buen tipo. Un holandés valiente que sólo quería volver a jugar al fútbol. Era Gert Hiddink.

Árbitro hasta los 75

Ahora se entiende mejor por qué le echó su hijo Guus un par, en 1992, cuando dijo que el partido no comenzaba si no desaparecía de uno de los fondos una esvástica colocada por los habituales tarados de brazo tieso (en este caso, ultras del Albacete, equipo visitante). Guus no se jugaba el pellejo, como su padre. No fue una cuestión de valentía, como dijeron los periódicos, sino de educación.

En la Europa liberada, Geert pudo seguir haciendo lo que más le gustaba. Fue jugador hasta los 40. Árbitro hasta los 75. El mejor entrenador que tuvo Guus Hiddink, a decir de otro de sus vástagos. Y hasta le dedicaron un puente en su pueblo, el Hiddinkbrug.

Su hijo, Guus Hiddink, fue un jugador de vuelo medio que colgó las botas en los San José Earthquakes del soccer yankee. Como entrenador ha dirigido seis equipos (entre ellos el Real Madrid y el Valencia) y cuatro selecciones. Y mañana sus chicos del Chelsea retan al Barca en el Camp Nou.

Uno sabe que el Barca es el Edén FC, descendido de los cielos para redimirnos del pecado del sudor y el pelotazo. Que Guardiola parece recortado de esas revistas de aeropuerto donde los trajes no tienen arrugas. Y que el Chelsea es tan antipático como para poner de acuerdo (en su contra) a los aficionados de todos los demás equipos. Pero yo quiero que ganen los de Londres.

Aunque sólo sea para darle un alegrón a un jubilado de 92 años que verá el partido desde su televisor en Varsseveld. Un buen tipo. Un holandés valiente.

jueves, 23 de abril de 2009

Zetapé FC, el equipo de la Mancha

Por Rocheteau

-Vladimir, despiertaaaaa... ¡alguien te invoca!

José María Barreda, presidente socialista de Castilla-La Mancha agarra la ouija de los presupuestos para comunicarse con Lenin. Silencio. Ommm….

-“¡Se mueve!, ¡se mueve!”.

De la partidita de adivinación con Vladimir debe de haber sacado Barreda su revolucionario plan: subvencionar el empleo y contratar durante seis meses a los 11.000 parados manchegos que se queden sin prestación por desempleo.

¿Qué harán? Se ignora. Qué más da. Será por dinero. Treinta millones de euros, que, claro, no paga Barreda, a razón de 865 cucas por cada uno. ¿Y seis meses después? Entonces ya podrán volver a cobrar los subsidios. Que tampoco paga Barreda.

¿Y el balón? Ya llega. Aquí la humilde (y no menos brillante) proposición de esta crónica futpolitiquera al desprendido Barreda: ¿Por qué no subvencionar el empleo en el fútbol para que Castilla-La Mancha, tercera región de España, tenga de una puñetera vez un equipo de fútbol como Dios y el mundo moderno exigen?

Morientes y Salgado

¿No le dan a usted pena todos esos bregadores de la hierba que se van a quedar sin empleo en verano? ¿No son ellos víctimas también de la crisis? ¿No les maltrató y prostituyó el vil capitalismo mientras le eran útiles? ¿No son los futbolistas un nicho de riesgo, incapaces de reciclarse laboralmente y sin formación?

Lo tiene fácil. ¿Que no tiene más pasta? Le llama usted Zetapé FC y arreglao, verá como algo le cae del nuevo ministro de Deportes. Y para que no pierda usted más guita pública en informes, FNF pone a su disposición un equipo apañado entre los jugadores que quedan libres de contrato este verano.

-Porteros: Jorquera (Barcelona.
-Defensas: Míchel Salgado (Real Madrid), Luis Fernández (Rácing), César cruchaga (Osasuna), Pablo Amo y Manuel Pablo (Deportivo), David Belenguer (Getafe).
-Mediocampistas: Iván de la Peña y Rufete (Espanyol), Rivera (Betis), Sergio (Deportivo), Font y Puñal (Osasuna).
-Delanteros: Fernando Morientes (Valencia), Diego Tristán (West Ham), Javi Guerrero (Recreativo).

Y todo, a coste cero de fichajes. Unas nominillas apañadas con los 30 kilos de su plan vladimiresco e imagínense lo bien que se lo iban a poder pasar los parados manchegos toda la semana, ocupados con el Marca y la quiniela...

domingo, 12 de abril de 2009

¡Muerte al infiel! ¡Muerte al Inter !

Por Rocheteau
Anders Fogh Rasmussen, nórdico y liberal –una combinación tan rara en política como en fútbol Sestao y tiqui-taca--, debería haber sido elegido presidente de la FIFA. Por desgracia, nos lo acaba de robar la OTAN.

Para acceder al cargo, Rasmussen ha conseguido superar el cerrojazo de Turquía sólo en el minuto 90 y de penalti. Su pecado, sin cursiva para algunos, ser tan impío como para creer que alguien que pinta caricaturas puede descojonarse de lo que le plazca. Incluido Mahoma.

Nos ahorramos el recordatorio sobre la crisis que desataron las 12 caricaturas de Mahoma publicadas en el diario danés Jyllands Posten, que en los blogs se premia la brevedad y para eso inventó Ted Nelson (no Dios) el hipertexto, pero merece la pena recordar una frase de Rasmussen, en pleno frenesí ascético de bondadosos creyentes deseosos de pasar por la cimitarra a los infieles del carboncillo:

“En Dinamarca existe la libertad de opinión y de prensa. En ese marco legal,
cada quien puede expresarse como quiera”
Y una desvalida camiseta de fútbol, ¿también puede merece la libertad de expresión? Sí, pero no tiene nadie que la defienda. Si el danés Rasmussen se sentase en la poltrona de Blatter, los seguidores del Inter y del Huesca podrían sentirse más tranquilos.

Resulta que ambos clubes comparten un mismo pecado (ya hemos dicho que sin metáforas ni cursivas que valgan): lucir en sus segundas zamarras la católica cruz de San Jorge.

Tres de los templarios

Los italianos tuvieron que soportar una petición (con cierto eco en el país otomano) a la UEFA para que anulase su victoria contra el Fenerbahçe en 2007 porque esa indumentaria de “templarios” era un canto a las cruzadas. Y, claro, así cualquiera le mete tres en San Siro al Fener [en el partido de ida, los interistas, conscientes de que podía molestar el símbolo, jugaron con la nerazurra... y palmaron 1-0].

En el caso de nuestros aragoneses, fue el Seminario Permanente sobre Migraciones Internacionales y Extranjería (así, sin comas y de carrerilla, para impresionar) el que alertó de que la equipación oscense (por cierto, récord de ventas) “contraviene la normativa antiviolencia” y pasó nota a FIFA y UEFA.

No son los únicos intentos de ponerle un cinturon de castidad al fútbol. En la petrolada y riquísima Arabia Saudí, la mutawa (policía religiosa) prohíbe vender las camisolas herejes del Barça, el Real Madrid y el Sevilla. « ¡No problem, my friend! ». Los grandes las tunean en todo el mundo musulmán para pasar el cásting hallal y no perder los amistosos chorras de junio con los que hacen caja.

El Real Madrid, por ejemplo, arranca el crucifijo que orna la corona de su escudo. El Barça quita del suyo la pequeña cruz de San Jorge (futbolero total, el amigo cruzado). FNF no ha conseguido saber si los andaluces le ponen un esparadrapo al San Isidro, al San Leandro y al San Fernando de su emblema.

Ahora sólo queda que el Braga portugués (cuyos jugadores son apodados "los arzobispos"), cuarto en su Liga, alcance la Champions y termine jugando contra el Inter de la camiseta infiel. Habrá que acabar pidiendo a la OTAN de Rasmussen que proteja el partido.

domingo, 5 de abril de 2009

El baño, de derechas; la ducha, progre. ¿Y el fútbol?

Por Rocheteau
Foto: Mauro Paviotti


Giorgio Gaber encontró una excelente teoría sobre qué es ser de derechas y qué de izquierdas. Lo cual tiene un mérito doble: lo logró con una canción, Destra-Sinistra, y el tipo es italiano. El único país donde un democristiano, Dario Franceschini, puede liderar al partido ex comunista, y un posfascista como Gianfranco Fini, encarnar la moderación de la derecha catódico-populista que gobierna Italia.

Pero lo que para Gaber era fácilmente catalogable (“darse un baño es de derechas, ducharse, obviamente, es de izquierdas; las películas de hoy son de derechas, si aburren son de izquierdas; no se sabe si la suerte es de derechas, pero la mala fortuna, ésa, ésa siempre es de izquierdas…” y aquí van sólo unas estrofas) se complica un poco más cuando hablamos de fútbol.

En España, que limita al norte, sur, este y oeste con sus propios prejuicios, nos han vendido un molde mental con la misma enjundia que una lasaña de microondas: el fútbol de toque es de izquierdas; el de brega, de derechas. La gauche caviar de Menotti y Valdano contra la fragua de maldades de los Bilardo, Mourinho o, aún peor, la colección de computadoras malignas de Rafael Benítez. Tiene su gracia la peli, con sus buenos buenísimos y sus malos malísimos (todos se han creído su papel y lo explotan a conciencia), y ofrece batallas épicas… pero a mí no me convence.

Vale que los personajes no ayudan (véase Capello y su oda al “cierto orden” de Franco), pero el canto al individualismo del mediapunta y el “a cada uno según su talento” a un servidor le parecen, modestamente, más tirando a liberales que el obrerismo del “todos iguales“, el “a cada uno según su esfuerzo” de Don Fabio y otros coroneles de la estirpe.

Destra e sinistra

Dino Zoff era hijo de agricultores y venía, casualidad o no, como Capello, del Friuli, esa buhardilla de Italia que vislumbra Austria al final del pasillo. Dino Zoff fue conocido como “la roca“ bajo los palos. Y el apodo también lo describía ante un micrófono. Donde cabía un monosílabo, sobraba el resto. Dino Zoff era de izquierdas, pero en vez de verbo florido tenía conciencia de clase. Por supuesto, Dino Zoff fue luego un entrenador de los de defensa y contraataque.

Berlusconi sabía de las ideas de Zoff. Y cuando Trezeguet, en plena prórroga, clavó la semivolea que le dio el Europeo de 2000 a Francia frente a Italia, soltó su todopoderosa ira (y el collar de sus medios rugientes y rabiosos) contra el taciturno del Friuli. Le faltaba fantasía. No tenía arrojo. Se había encerrado tras el 1-0 de Delvecchio. Era un cobarde y un indigno. Y, además, de izquierdas.

Veinticuatro horas después, Zoff entonó, por primera vez, algo más que un monosílabo. “Del señor Berlusconi no recibo lecciones de dignidad. No es justo que no se respete a un hombre que hace su trabajo con dedicación y humildad”. Acto seguido, dimitió. Y se fue a entrenar a la Lazio. Club, por cierto, históricamente de derechas. Muy de derechas.

Supongo que, a fin de cuentas, lo del fútbol de derechas o de izquierdas es una disquisición algo idiota. De eso ya se dio cuenta Gaber, que era un cantautor progre, aunque menos uniformado y más irónico que el resto de la casta de "cantautores-de-izquierda-de-los-setenta". Escribió Destra-Sinistra y luego terminó casándose con Ombretta Colli. Ex cantante y senadora de la derecha. Del partido de Berlusconi.