Por Rocheteau
Jérôme Rothen es un jugador que responde al clásico cocktail de buen pie-poco cerebro-menos carácter-mechas en el pelo. Más o menos un Guti francés pero en clubes de medio pelo. El chico, rebotado del PSG (que ya es mucho decir), ha encontrado un sueldo por su nombre en la pseudo-liga escocesa con la camiseta del Rangers.
Resulta que según llega lo instalan en un súper apartamento de Glasgow, en el barrio de Parkhead, con unas vistas acojonantes. Llegan los primeros operarios y el electricista le pide que corra la cortina. El chico va justo de inglés. El electricista sonríe. Y Rothen se queda pensando en qué raros son los escoceses.
Hasta que viene el que le tiene que instalar la tv francesa y también le pide que corra la cortina. Rothen le preguntó al traductor del club por qué todos los operarios le tienen alergia al sol en Glasgow. Y resulta que desde su ventana, más o menos un décimo piso, se ve el Celtic Park, estadio de los odiados vecinos. Y el Rangers no contrata a currelas verdiblancos.
Eso lo contó en Francia este domingo Jérôme Rothen, con los ojos como platos, justo antes de jugar su primer Old Firm, aunque empezó desde el banquillo. Cada año hay cuatro, pero el aroma guerracivilista no desaparece por muchos que se jueguen. La anécdota de Rothen es por si quedaban dudas.
Quema de camisetas
El Rangers ganó 2-1 con un doblete de Kenny Miller. Un delantero escocés más bien malo para ser delantero y más bien bueno para ser escocés (aunque basta ver al central del Celtic en el segundo gol para entender por qué Cuéllar fue el mejor jugador de la liga hace dos años).
Han contado algunas crónicas que él, Mo Johnston y Alfie Conn han sido los tres únicos jugadores en haberse puesto la camiseta de los grandes de Escocia tras la II Guerra Mundial. Lo que no se dice es que Miller es el segundo temerario en la historia capaz de cruzar la laguna Estigia de Glasgow dos veces: empezó en el Rangers, tras pasar por UK (Wolverhampton) fichó por el Celtic y, después de un nuevo paso por un desastroso Derby County, volvió a ponerse la camiseta protestante.
Con lo cual hasta ayer lo odiaba todo Glasgow por traidor. Hasta ayer.
Nadie ha organizado una quema pública de camisetas con su nombre, como sí se hizo el rubio con Mo Johnston, mucho más simbólico y mucho mejor jugador que Miller, del que apuesto un billete al que nadie volverá a hablar. Y eso que es un tipo peculiar.
Tan peculiar como para probar una terapia de acupuntura tailandesa (recordemos, es escocés) para curarse sus problemas de cuádriceps. Días antes del partido, Miller le quitó hierro al Old Firm: "Nunca he tenido problemas con los hinchas de ambos bandos. Sé que algunos dirán que no se puede cambiar entre Celtic y Rangers, pero, al final, los tiempos han cambiado".
Sobre todo desde que Willie 'Doc' Kivlichan, a principios de siglo, hizo el mismo camino que Miller. Él fue su único predecesor. Era un católico que empezó en los Rangers y marcó en un Old Firm. Luego, ya con los Bhoys verdiblancos, volvió a marcar. Licenciado en Medicina, se convirtió en el galeno del Celtic y fue él quien certificó la muerte en el campo del portero John Thomson (ver vídeo)
Eran otros tiempos, sí. Pero Rothen sigue teniendo que correr la cortina cada vez que viene un currela del Rangers a casa.
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lunes, 5 de octubre de 2009
¿Por qué en Glasgow los currelas no miran por la ventana?
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