martes, 14 de diciembre de 2010

Krasic y el puente roto entre Serbia y Kosovo

Por Rocheteau
Nuestra historia empieza con una frase simple: Kosovsko Mitrovica era una ciudad con dos puentes. Pero estalló la guerra de Kosovo. La dinamita voló en pedazos el puente del oeste en 1999. El odio y los francotiradores inutilizaron el puente del este. Y la vida, como las frases, dejó de ser simple en Kosovsko Mitrovica.

Milos Krasic, extremo izquierdo de la Juventus, entonces era sólo un chaval y todavía recuerda cómo los miles de serbios que vivían al sur del puente se mudaron al norte, y tantos vecinos kosovares partieron al sur, cuando empezaron las miradas aviesas. Siguieron los linchamientos. Luego se impusieron los tiros. “Antes, cruzar el puente era normal. En el otro lado tenía compañeros de escuela. Hasta 1999 no fue una ciudad dividida”.

Krasic dejó de ver a sus amigos del otro lado y quedó una línea de aire sobre el río Ibar, una frontera hecha de nada, que se convirtió en el confín mental de dos pueblos enfrentados. De la nada hacia el sur, Kosovo. De la nada hacia el norte, Serbia. Y lo que era una ciudad con dos puentes, sus 15.000 serbios al norte y sus 65.000 kosovares al sur, se convirtió en la primera trinchera de la guerra.

Este domingo Krasic salvó a la Juve ante la Lazio con un gol en el último minuto. Krasic, el hombre “casi”. Casi tan bueno como Nedved, casi tan desequilibrante como Nedved, casi con el disparo de Nedved, casi con la melena tan tupida como Nedved…

A esa misma hora, cerraban los colegios electorales de Kosovo en las primeras elecciones de su historia. Las ganó un oscuro personaje, Hasim Thaci, ex líder del Ejército de Liberación de Kosovo (EKK), acusado ayer por el diario británico The Guardian de haber organizado una red criminal de tráfico de armas y órganos humanos (extraídos, por si alguien necesita detalles, a los prisioneros serbios de la época) y de seguir controlando el crimen organizado en una zona con elecciones pero todavía sin ley.

Con Jovanovic bajo las bombas

Pese a todo, los buenos siempre fueron los kosovares. Los malos, los serbios. Por eso el 17 de febrero de 2008 la comunidad internacional, tan enemiga de los secesionismos, terminó permitiendo la discutible independencia de Kosovo (que, si no es Serbia, es Albania pero no un país independiente).

Seguramente los serbios son tan malos como nos contaban. Pero los kosovares quizás no tan buenos. El caso es que cinco años después de la reconstrucción (con un rígido reclutamiento de un obrero kosovar por cada obrero serbio) del ahora flamante puente oeste de Mitrovica, los serbios de la mitad norte siguen pensando como Krasic: “Sé que hay mucho odio pero entiendo que los serbios sigan pensando que Kosovo forma parte de su patria. No quieren sentirse extranjeros en su propia tierra: pelearán por seguir allí”.

Estas declaraciones de Krasic, por cierto, abrieron el suplemento de deportes del diario italiano “La Repubblica”. Imaginemos, ¡oh, sacrilegio!, una entrevista política con un futbolista serbio ocupando el lugar de Xavi, Cristiano, Pep y Mourinho en las aperturas de nuestras secciones deportivas.

Con 14 años, Krasic partió a Novi Sad, para jugar en la Vojvodina. Con Jovanovic, hoy en el Liverpool, subieron al techo de su residencia. Allí vieron cómo las fuerzas de la OTAN volaban el puente de la libertad que unía las dos orillas de la ciudad. Jovanovic le convenció para que se resguardaran. Krasic seguía allí, petrificado. “Tenía más miedo por los demás que por mí”, dice hoy. No era la primera vez que veía un puente saltar en pedazos.

2 comentarios:

  1. Lo interesante es como la comunidad internacional ha permitido que un delincuente como el presidente de Kosovo sea presidente.

    Lo segundo muy interesante, es como la comunidad internacional reconoce la independencia de algo que no existe, Kosovo es y será siempre el centro religioso, histórico y cultural de Serbia. O es Serbia o es Albania (y esto olvidando cualquier punto de razón o cordura que podamos tener).

    Al respecto de los puentes, en algunos de ellos, personas que estuvieron en las guerras de los balcanes, y sobretodo durante los bombardeos criminales de la terrorista OTAN, comentaba que los serbios organizaban partidos de fútbol en los puentes.... Sí eso no demuestra la valentía (si rallando en el suicidio) del pueblo Serbio, que venga Dios y lo vea.

    No soy gran amigo de la política de ZP durante sus años de gobierno, pero el que España sea uno de los pocos países que no ha reconocido la existencia de esa patraña de estado llamada Kosovo estará siempre en su HABER de buen gobierno.

    Gran artículo y genial el compromiso del chaval de la Juve como de muchos otros deportistas serbios con su historia y su pueblo.

    ResponderEliminar
  2. Interesante artículo. Los futbolistas no son sólo robots programados para patear balones. Por si a alguien se le olvida, también son personas y como tales, pueden padecer los horrores de la guerra en carne propia.

    Kosovo es tierra limítrofe, y como tal, cuestionada y reivindicada por albaneses y serbios. Tiene dos terceras partes de albanokosovares y una tercera parte de serbios, como consecuencia de sucesivas migraciones, también motivadas por otras guerras.

    El dicho serbio de: "Serbia es allá donde hay un serbio" es de por sí brutal y contundente. Si bien es cierto que se considera históricamente, cierto o no, que la nación serbia nació en Kosovo, lo cierto es que ahora los serbios están en minoría en esta zona.

    ¿HABER de buen gobierno? Yo más bien lo llamaría hipocresía. La independencia de Kosovo se gestó tras un referéndum que fue favorable a la misma. Este referéndun fue auspiciado por una comisión europea independiente, que estableció las normas y las condiciones para el acceso a la soberanía.

    ¿Y quién presidía esta comisión? Pues nada más ni nada menos que Don Javier Solana, al que creo que Zapatero conoce, al menos de vista.

    O sea que por un lado facilitando la independencia, para después no reconocer el estado... ya me dirás a cómo se le llama esto.

    ResponderEliminar