lunes, 29 de junio de 2009

Los comunistas siempre pierden

Por Rocheteau
¿Se imaginan a un buen comunista calándose los pantalones ajustados de un pitcher de beisbol? ¿O bailando como un poseído Michael Jackson pero con casco y hombreras tras lograr un touchdown? La Komintern tampoco.

Por eso, en 1927, la Internacional Comunista, presidida por Nikolai Bujarin, exigió a los camaradas del partido en Estados Unidos que creasen una federación deportiva "progresista" para hacer frente a la trinidad yankee: basket, béisbol y fútbol americano. Nace entonces la Labor Sports Union "en oposición a los deportes dominantes en Estados Unidos". Y eso que el fútbol había llegado a Rusia durante la época zarista.

Los comunistas no se lo tomaron a broma. La Labor Sports Union fue formada por socialistas, comunistas y wobblies (sindicalistas revolucionarios de una rama ideológica made in USA). En 1928, los comunistas ya habían expulsado a los wobblies y purgado a los socialistas.

En la mayoría de ciudades nacen, gracias a los inmigrantes, clubs de fútbol por nacionalidades. La hoy obamiana Chicago fue uno de los bastiones socceristas (y, además, la cuna del comunismo de barras y estrellas). La International Soccer Football League intentaba despuntar gracias sobre todo a italianos, judíos de europa central, alemanes, finlandeses e irlandeses.

Soviet Flyers

En 1929, los obreros del balón se vistieron con sus mejores galas. Les visitaban los Soviet Flyers, que no eran un grupo circense, sino una selección de jugadores soviéticos de soccer. Sus colegas de utopía les agasajaron con un desfile de deportistas al paso y sin majorettes y la formación de una hoz y un martillo humanos. No sé cómo quedaron. Pero habría ido con los neoyorquinos.

Convencidos de que la redención comunista pasaba por darle patadas a un balón que no fuese ovalado, la Labor Sports Union decide lanzar un torneo de fútbol dentro de las Olimpiadas Obreras de Chicago de 1932 (el año en que el fútbol sale de las Olimpiadas verdaderas en Los Ángeles). Los Chicago Englewood y los New York Red Sparks FC juegan la final. Hubiera dado medio sueldo por verlo. Ganaron los neoyorquinos 2-0. Se lo merecían, aunque sólo sea por el nombre (chispas rojas).

El tercer periodo de la Komintern privilegió la creación de organizaciones intermedias, como la Labor Sports Union, para llegar a los americanos "que todavía no están preparados para entrar en el partido comunista" (The new American sport History. William J. Baker) .

Para lo que no estaban preparados los americanos, en plena era Babe Ruth, era sobre todo para el fútbol (y eso que en 1930 venían de acabar terceros en el Mundial de uruguay). El tiqui-taca no enganchó con el raca-raca ideológico y los americanos nunca dejaron de ver el soccer como un deporte de extranjeros, raros y comunistas (ahora ya entenderéis lo de Alexei Lalas).

El soccer se prometía un destino en la vanguardia deportiva de una américa comunista y ha terminado convertido en el deporte de cola del imperialismo, donde lo practican las niñas y los críos blancos que son como niñas: ni altos (jugarían al baloncesto), ni fuertes (jugarían al fútbol americano), ni saben mascar tabaco (jugarían al beisbol).

Brasil contra Estados Unidos. "Ordem e progresso" frente a una banda de herederos del comunismo. La victoria estaba cantada.