Los Indios de Ciudad Juárez no ganan ni con ayuda divina
Por Rocheteau
Si te dan a elegir entre un paseo en Ciudad Juárez o en Bagdad, las estadísticas dicen que si aprecias tu vida es mejor que pongas rumbo a Irak. A Pedro Picasso nadie le dejó escoger. Él era un mexicano de 34 años que no hablaba iraquí y entrenaba al equipo sub 17 de los Indios de Ciudad Juárez. Hasta ahora, el fútbol parecía blindado a la balacera, a la lotería de plomo que se juega todos los días en ese nido de maquilas, espaldas mojadas y sicarios. Hasta que a Picasso, Pedro, le acertaron tres balas del calibre 38 súper.
Ya tenía pocas razones para el optimismo "la tribu", uno de los mil sobrenombres de los Indios, equipo de Primera División mexicana. Cerraron en diciembre la liga con una media de puntos inversamente proporcional a la tasa de asesinatos. Ni una victoria en todo el campeonato (17 jornadas), récord en México. Pero esta banda de losers vestidos de blanco, que no gana un partido ni a tiros, es el único símbolo que ponee de acuerdo a los cárteles y a los (pocos) policías limpios que quedan en Ciudad Juárez. Hasta el obispo se acerca al estadio. Y en horas de partido, hasta se puede caminar con relativa (siempre relativa) seguridad por las calles de la última ciudad antes de llegar a Río Bravo.
Pedro Picasso, ex jugador profesional en los Dorados de Chihuahua, fue acribillado a mediodía junto a su tío, Juan Picasso Lozano, en el negocio familiar de telefonía Radiocomunicaciones Picasso. Intentaron resistirse al asalto de un par de ladrones.
Empecemos por el comunicado del club tras el asesinato, que tiene su aquél. "Ya basta. La familia Indios no puede expresar toda su indignación. La situación ha llegado a niveles inusitados e imperdonables, víctima de la impunidad y violencia provocada por nuestras autoridades. Perdimos a un hermano. A un hombre íntegro". ¿"Provocada por las autoridades"? Sobre todo, que no se enfaden los malos, por si acaso les da por ajusticiar al delantero centro.
Se sobreentiende que, en 2008, los 1.600 asesinatos en una ciudad de 1.300.000 habitantes habitantes todavía no eran un guarismo "inusitado e imperdonable". En 2009 fueron 2.643. Por algo Rambo V va a tener como escenario Ciudad Juárez. A Picasso le dieron boleto el 18 de diciembre. La ejecución 2.554 del año. La investigación, por llamarla así, determinó que se trató de "circunstancias no aclaradas". "Pedro estaba en el lugar y a la hora equivocada", resumió el entrenador de la sub 20, Heriberto Olivares.
Lo inauguró el Atleti
Lo mejor del comunicado oficial estaba por llegar. De la queja, a la amenaza. "Exigimos paz y tranquilidad. Cuidado, autoridades: el hartazgo es un detonante y la sociedad juarense está llegando al rojo vivo". La bala que mató a Picasso salía del arma de un ladrón, no de un policía.
Los Indios, conocidos como el equipo tarahumara o ráramuri [literalmente "hombres de pies alados", el pueblo indio autóctono de Chihuahua, el estado en que queda enclavada la ciudad sin ley] rindieron homenaje a Picasso en el estadio Benito Juárez (sí, ése que dijo, según wikipedia, "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz"), con un amistoso contra el equipo B de la cantera, lo que en México se conoce con el divertido nombre de "fuerzas básicas". Los Indios van de blanco. Se pidió que la afición vistiese de negro. El derby homenaje se presentaba con un muy subjetivo sentido del duelo y el decoro en la página web del club: "Habrá guerra civil".
Por cierto, el estadio Benito Juárez fue estrenado en 1981 en un partido entre la selección mexicana y el Atlético de Madrid. En la capital de Chihuahua ya tentaban a la suerte...
Lo de bajar a comprar el pan esquivando balas como Mátrix termina por convertir la muerte y el crimen en personajes de un teatro cotidiano, donde las fronteras del bien y el mal son borrosas. Sin ir más lejos, el grupo de seguidores más fogoso de los Indios se hace llamar El Kártel. Sin coñas. Y en su foro pueden leerse comentarios como éste: "Hagan algo serio, por favor, o si no retírense mejor de la primera. Ya es suficiente con tanta muerte como para seguir con tanta derrota de un equipo que no se le ve el hambre de triunfo".
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Los Indios, conocidos como el equipo tarahumara o ráramuri [literalmente "hombres de pies alados", el pueblo indio autóctono de Chihuahua, el estado en que queda enclavada la ciudad sin ley] rindieron homenaje a Picasso en el estadio Benito Juárez (sí, ése que dijo, según wikipedia, "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz"), con un amistoso contra el equipo B de la cantera, lo que en México se conoce con el divertido nombre de "fuerzas básicas". Los Indios van de blanco. Se pidió que la afición vistiese de negro. El derby homenaje se presentaba con un muy subjetivo sentido del duelo y el decoro en la página web del club: "Habrá guerra civil".
Por cierto, el estadio Benito Juárez fue estrenado en 1981 en un partido entre la selección mexicana y el Atlético de Madrid. En la capital de Chihuahua ya tentaban a la suerte...
Lo de bajar a comprar el pan esquivando balas como Mátrix termina por convertir la muerte y el crimen en personajes de un teatro cotidiano, donde las fronteras del bien y el mal son borrosas. Sin ir más lejos, el grupo de seguidores más fogoso de los Indios se hace llamar El Kártel. Sin coñas. Y en su foro pueden leerse comentarios como éste: "Hagan algo serio, por favor, o si no retírense mejor de la primera. Ya es suficiente con tanta muerte como para seguir con tanta derrota de un equipo que no se le ve el hambre de triunfo".
Jugadores atrincherados
Francisco Ibarra, presidente de La Tribu, dice que los jugadores “tienen obligación contractual de visitar sitios carcelarios, centros hospitalarios, escuelas, todas las instituciones sociales, y lo hacen cada semana. Se ha hecho una labor social muy fuerte y es parte de la existencia del club”.
En este artículo del New York Times se asegura, en cambio, que los jugadores viven "en urbanizaciones enrejadas, con altos muros que acaban en alambre de espino. Algunos jugadores dijeron salir de sus casas únicamente para entrenar y para jugar o para comprar artículos necesarios, usando sólo de día las vías principales, restringiendo los recorridos de noche. A sus esposas se les aconseja que trasladen a los niños a la escuela en grupo". Si no, puedes acabar con un tiro. O con tres, como Pedro Picasso. La ciudad es el túnel de vestuarios por el que entra la droga a Estados Unidos. Y en el último año, con la crisis, se han vaciado las maquiladoras (fábricas ilegales) en un 25%. Nueva mano de obra para los cárteles de La Línea y Sinaloa. Nuevas vístimas también.
El colombiano Andrés Chitiva se fue hace un año. Le decían por teléfono que o pagaba o secuestrarían a sus hijos. "Se asustó", explica Francisco Ibarra, el presidente, como sorprendido. No debería estarlo, a tenor del número de jugadores que rechaza cada año fichar por su equipo para no acabar con una sábana por encima. Otros no tienen miedo a quedarse, como el delantero Daniel Maleno Frías, ex toxicómano, ex pandillero en una banda de Altavista, un barrio jodido, un barrio cualquiera, de Ciudad Juárez, hasta que el fútbol le sacó de aquellas esquinas con billete sellado para la morgue. También fue obrero ilegal en Texas. Allí espera volver cuando cuelgue las botas.
En el último número de la revista de los Indios de Ciudad Juárez, puede leerse un faldón de publicidad con una pregunta. "¿Hay esperanza en Ciudad Juárez?" Al lado, el nombre de una página web: Acercateadios.com. Queda Respondido. El fin de semana pasado, los Indios de Ciudad Juárez jugaron el primer partido del torneo Bicentenario 2010. Perdieron 4-0.
Francisco Ibarra, presidente de La Tribu, dice que los jugadores “tienen obligación contractual de visitar sitios carcelarios, centros hospitalarios, escuelas, todas las instituciones sociales, y lo hacen cada semana. Se ha hecho una labor social muy fuerte y es parte de la existencia del club”.
En este artículo del New York Times se asegura, en cambio, que los jugadores viven "en urbanizaciones enrejadas, con altos muros que acaban en alambre de espino. Algunos jugadores dijeron salir de sus casas únicamente para entrenar y para jugar o para comprar artículos necesarios, usando sólo de día las vías principales, restringiendo los recorridos de noche. A sus esposas se les aconseja que trasladen a los niños a la escuela en grupo". Si no, puedes acabar con un tiro. O con tres, como Pedro Picasso. La ciudad es el túnel de vestuarios por el que entra la droga a Estados Unidos. Y en el último año, con la crisis, se han vaciado las maquiladoras (fábricas ilegales) en un 25%. Nueva mano de obra para los cárteles de La Línea y Sinaloa. Nuevas vístimas también.
El colombiano Andrés Chitiva se fue hace un año. Le decían por teléfono que o pagaba o secuestrarían a sus hijos. "Se asustó", explica Francisco Ibarra, el presidente, como sorprendido. No debería estarlo, a tenor del número de jugadores que rechaza cada año fichar por su equipo para no acabar con una sábana por encima. Otros no tienen miedo a quedarse, como el delantero Daniel Maleno Frías, ex toxicómano, ex pandillero en una banda de Altavista, un barrio jodido, un barrio cualquiera, de Ciudad Juárez, hasta que el fútbol le sacó de aquellas esquinas con billete sellado para la morgue. También fue obrero ilegal en Texas. Allí espera volver cuando cuelgue las botas.
En el último número de la revista de los Indios de Ciudad Juárez, puede leerse un faldón de publicidad con una pregunta. "¿Hay esperanza en Ciudad Juárez?" Al lado, el nombre de una página web: Acercateadios.com. Queda Respondido. El fin de semana pasado, los Indios de Ciudad Juárez jugaron el primer partido del torneo Bicentenario 2010. Perdieron 4-0.