martes, 10 de mayo de 2011

¿Racismo en Francia? Humo politícamente correcto

Por Rocheteau
Recuerdo una noche tomando algo con un amigo nacido en Benín. Se me ocurrió decir algo sobre la “gente de color”. Charbel me respondió diciendo: “¿De color? ¿De qué color? ¿Conoces a tipos verdes? ¿Tengo tonalidades de azul? Joder, soy N-E-G-R-O. Tú blanco. No hay problema”. La gilipollez políticamente correcta se me pasó lo que tardó el sentido común en darme la bofetada.

Y la verdad es que en Francia buena parte de los líderes de opinión (medios, autoridades, ministros, ex jugadores convertidos en buenistas oficiales) necesitan una somanta de h… de lucidez tras lo ocurrido con el caso de las supuestas cuotas racistas en la Federación Francesa de Fútbol y el seleccionador Laurent Blanc.

Escribo esto cuando no todavía no ha hablado la ministra de Deportes y antes de saber la decisión que tomará, el jueves, el Consejo Federal de la Federación Francesa (FFF). Toda esta batahola de supuesto racismo no es más que la élite biempensante parisiense gritando “¡que viene el lobo!, ¡que viene el lobo!”. Una americanización de la sociedad francesa. Y yo me pregunto si hasta cierto complejo de culpabilidad no asumido con el tema de las minorías raciales.

Los hechos se conocen y no los repetiremos. Sólo una supuesta frase atribuida a Laurent Blanc en la famosa reunión donde los responsables federativos habrían diseñado un sistema para reducir el número de negros y árabes en las categorías inferiores: “Los españoles me han dicho: nosotros no tenemos ese problema. Nosotros no tenemos negros”.

Ahora recuerdo otra charla privada, en este caso con Laurent Blanc, hace pocos meses, justo antes del verano pasado, cuando todavía no era entrenador de la selección. “Qué envidia me da la formación en España. Tenemos mucho que aprender de vosotros. Habéis triunfado con dos criterios: técnica y mentalidad, inteligencia de juego. Nosotros seguimos insistiendo en un fútbol antiguo: físico y táctica”.

Thuram y Vieira, 'los justicieros'

¿Escondía el tranquilo Laurent, tras su hablar pausado, su gesto de sempiterno somnoliento y sus gafas de diseño, un racista acovachado? Esta mañana decidí preguntarle a un famoso presentador de deportes de la tv francesa que también lo conoce. Su respuesta: “Lo que ha habido es una tormenta mediática. Se han embalado todos, tras la bandera de lo políticamente correcto, azuzados por algunas declaraciones públicas como las de Thuram y Vieira, y ahora Francia se empieza a dar cuenta de que no había tal racismo y de que todo se ha sacado de contexto”.

Exactamente esa descontextualización es la conclusión a la que llega la comisión de investigación parlamentaria, por lo que ni habrá sanciones, ni denuncia penal, ni nada. Una tormenta de arena. Todo quedará en una frase fuera de sitio de un dirigente de la Federación, François Blacquart, en una reunión privada. Nunca se llegó a plantear nada parecido a una cuota de blancos ni nada semejante. El problema es otro, dice el periodista televisivo francés: “¿Hablar de criterios físicos es hablar de criterios racistas?”. O bien, si los seis centrales con los que jugaba Clemente fuesen españoles negros, y alguien hubiese pedido sustituirles por nuestros actuales blancos bajitos y técnicos, ¿alguien habría gritado racismo?

El gran problema para la FFF es que la selección de Argelia, por ejemplo, se presentó al Mundial con 23 jugadores. De ellos, 18 nacidos en Francia. Moussa Sow, pichichi de la Ligue 1 con el Lille, nació en la periferia de París. Ganó el Europeo sub-19 con la selección de Francia. Pegó un bajón en su juego, Senegal lo llamó y decidió cambiar de equipo nacional. Ahora explota y Francia, que lo ha formado, no puede llamarlo para los bleus.

Para hacerse una idea del problema, el 50% de los jugadores de las categorías inferiores de la selección francesa están en esta situación y podrían terminar en otra selección. ¿Justo o injusto? Un debate lícito y con muchos matices (Puskas, por ejemplo, jugó con Hungría… antes de hacerlo con España)… pero seguro que no es un debate racista.