miércoles, 15 de julio de 2009

Coppi vs Bartali: el duelo de las dos italias

Por Rocheteau
Italia es un país en el que Aristóteles nunca estará de moda. Ninguna de sus épocas supo lo que era el término medio. O se era de Moser o de Saroni. De Gilera o de Guzzi. Juve o anti Juve. Gassman o Mastroianni. Loren o Lollobrigida. Café con o senza zucchero. De André o Guccini. Berlusconi o democracia.

Pero hay una trinchera que tala el espíritu italiano en dos mitades por encima de todas las demás. Es una simple imagen. En ella no salen Berlusconis, ni Nancys de la Ruleta de la fortuna, ni enanos con guitarra, ni egregios penes checos y ni siquiera la hizo un paparazzo. Pero ya van 57 años de guerra civil ciclista.

Tour del 52. Dos cuerpos sufrientes y empapados arrastran una mochila de sol en plena subida del Galibier, una pirámide con señales de tráfico. Fausto Coppi, rostro enjuto y ratonil, la ambición en el iris, camiseta blancoceleste de la Bianchi, delante. Los hombros anchos con raya al lado de Gino Bartali, enfundado en el maillot verde de la Legnano, detrás. Ambos agarran el manillar con la mano izquierda. Sus brazos derechos trazan una diagonal, unidos por una botella de agua. Bartali la sostiene por la base. Coppi por el tapón. ¿Quién era el gentiluomo que le pasaba la botella a quién? ¿Quién era el elegante y magnánimo campeón que no dudó en ayudar al otro? Eso se pregunta Italia desde hace 57 años.

Carlo Martini hizo aquella fotografía para la Gazzetta dello Sport. En italia se sigue hablando del bidón de Coppi y Bartali, pero en realidad era una botella de agua. Perrier, probablemente. Lo más curioso es que el fotógrafo se puso de acuerdo con ellos para retratar el momento. Pensó en una imagen poco al uso (ganó el premio a la fotografía deportiva del año). Y le salió un dilema.

En espera, música de baile

Ambos eran una radiografía de las dos Italias. Bartali, católico, rural, bonachón y popular, capaz de hartarse de vino y spaghetti la víspera de una dura ascensión. Coppi, laico, introvertido, puntilloso, siempre a dieta. En esa Italia de Don Camilo y Pepone, alguien puso a Bartali la etiqueta de la Democracia Cristiana, partido hegemónico en el poder y quintaesencia de la Italia media. Por eliminación, a Coppi le cayó el estandarte de la hoz y el martillo del Partido Comunista de Togliatti. No eran ni lo uno ni lo otro, pero en Italia eso da igual.

Bartali ya era un ídolo cuando su equipo eligió a un jovenzuelo llamado Coppi como gregario en el Giro de 1940. Bartali se cayó en las primeras etapas. Perdió demasiado tiempo y Coppi, en una épica Firenze-Modena, bajo un torrencial aguacero, escribió, en letra rosa, claro, la primera frase de uno de los palmarés más exitosos de la historia.

Y en aquel Giro nació todo. Con la maglia rosa, Coppi y Bartali ascendían una montaña ten con ten. El imberbe líder, asaetado por los calambres, hizo ademán de bajarse y retirarse. Bartali, en vez de adelantarle, se bajó, le metió la cara en la nieve, lo vuelve a subir en la bici y le suelta: "Coppi, eres sólo un acquaiolo [intraducible expresión, que vendría a ser algo así como cobarde o gallina]".

La supremacía de Coppi, confirmada en años posteriores, dejó la frase más elocuente de la historia de la radio deportiva. Milano-San Remo. 1946. El de Castellania se escapa y llega con 14 minutos de adelanto sobre el pelotón. El cronista de la RAI, sin recursos, sienta cátedra: "Primer clasificado: ¡Fausto Coppi! En espera del segundo, les ponemos música de baile".

Coppi era igual de bueno en montaña que esprintando. Bartali era como un pedernal maleable. Un menhir grácil. Sin fisuras. Aquél era un ciclismo de fuerza. Ni pinganillos ni hostias. Mente y gemelos, como piñón y plato, tirando del alma, que hasta ella pesa en una rampa del 15%. Cada uno ganó dos tours de Francia. Pero Coppi supera en Giros (5) a Bartali (3). Fue mejor, pero de eso ya nadie habla en Italia. De la imagen del Galibier, sí. No se trata de trofeos, sino de "classe".

Lenin contra el Papa.

Dos bandos irreconciliables se medían en cada carrera. Como si sobre la bici esprintasen De Gasperi y Togliatti. Lenin y el Papa. Dos italias falsas, pero contentas de tener cada una un símbolo al que encomendarse en los mediodías del verano. Pero Italia nunca puede fiarse de sí misma.

Con el mentón de Mussolini ya en el poder, resulta que el 'comunista' Coppi aceptó enrolarse en la División Ravenna para combatir por el fascismo en la campaña africana, donde fue hecho prisionero por los ingleses. El 'catolicón' Bartali, que trabajó reparando ruedas entre el 43 y junio del 44, transportaba en su bicicleta papeles y fotos para que un taller de la resistencia en Asís elaborase documentos falsos para salvar a judíos de las leyes raciales y los campos de concentración. La policía fascista lo persiguió durante cinco meses. Pero, igual que en carrera, nadie cazaba a Bartali.

¿Y quién le pasó a quién la botella? Ambos reclamaron durante años haberle cedido al otro el recipiente. Fijarse detenidamente en la foto ofrece una pista. Bartali tenía su bici llena de bidones. No le cabía ni uno más. Los portabidones de Coppi están vacíos. El masajista de Bartali siempre aseguró que fue su pupilo el 'gentiluomo'. Luigi Malabrocca, amigo de Coppi, aseguró que el campeón llegó a reconocerle que Bartali se la dio. Así probablemente fue. Pero 57 años después, en Italia sigue la polémica.