sábado, 8 de mayo de 2010

El día en que Zanetti fue (casi) Balotelli

Por Rocheteau
Balotelli es un imbécil. Por muchísimas razones, que pueden concentrarse en una imagen: su ira lanzando la camiseta del Inter al césped, humillando el escudo que le ha descubierto y que le paga, tras el 3-1 al Barça en el Giuseppe Meazza. Zanetti es un Dios por consenso. El símbolo sosegado de un verdadero “capitano”. Y sin embargo, una noche de 1997…

Era un 21 de mayo. Final de la UEFA. Inter-Schalke 04. Partido de vuelta. Minuto 119. Roy Hodgson, entrenador del Inter (al que pronto dedicaremos un post porque ha llegado de nuevo a esa misma final, pero con un equipo a su medida: el Fulham), decide cambiar a Javier Zanetti, antes de la tanda de penaltis.

Zanetti, el mejor de aquel Inter de Zamorano, Bergomi, Pagliuca, Ince & co., no podía creérselo. Mira para todos los lados, como pidiendo que alguien haga entrar en razón al coach. Comienza a dar pasos nerviosos hacia el banquillo, zigzagueando, mientras se acuerda de alguna madre inglesa. Se saca la camiseta por fuera de los pantalones. Junta las manos y mira al cielo. Cabreado, pone los brazos en jarras…

…y como no es Balotelli, se besa la mano y la choca con la de Nicola Berti, que entra en el campo. Y como no es Balotelli, no se quita la camiseta mientras sigue en el campo. En cuanto cruza la línea de banda, en un gesto de rabia incontenida, el único en más de 500 partidos con el Internazionale, se sacó la zamarra , sus diez bandas negras, sus otras tantas bandas azules, y la tiró a los pies de Hodgson.

Se quedó con una humilde camiseta “abanderado” de tirantes, blanca, como su piel pálida de jugador a la antigua, de la era pre-metreosexual, pre-Becks, pre-CR9, de cuando el fútbol era sólo pies y cabeza, no cara, flequillo y abdominales. Zanetti, que nació con apellido italiano quizás porque nació para jugar en Italia, se quedó de pie, mirando los penaltis de sus compañeros, musitando y con su mandíbula de caudillo particularmente acorazada.

Después fue Zamorano quien le hizo entrar en razón. Le obligó a acercarse de nuevo al entrenador y pedirle perdón. Como no es Balotelli, Zanetti recogió su camiseta, ya del revés, y lo hizo. Ambos se abrazaron ante las cámaras, aunque Zanetti seguía pensando que era un inútil (y no le faltaba razón).

Aquel día el Inter perdió la UEFA. Aquel día, Zanetti fue humano.

2 comentarios:

  1. Zanetti es el mejor Capitan que hemos tenido. Me encanta que se identifique con el Inter. La alegria mas grande ha sido verle levantar la copa. Se lo merece. Por el jugador que ha sido y por el hombre que es.

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  2. Estoy de acuerdo. Pupi Zanetti sigue siendo la cara limpia del futbol y del Inter. Verle levantar la copa fue una alegria tremenda. Un ejemplo de hombre y deportista como lo fueron en sus tiempos Picchi y Facchetti.
    Un abrazo. Federico

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